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Los científicos han demostrado, mediante pruebas de imágenes, que la fructosa puede desencadenar cambios en el cerebro que conducen a comer en exceso. Encontraron que después de beber una bebida de fructosa, el cerebro no registra la sensación de saciedad como lo hace cuando se consume glucosa simple.
Los científicos piensan que aunque este es un estudio pequeño y que no prueba que la fructosa o el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa provoquen obesidad, agrega evidencia al hecho de que pueden desempeñar un papel. Estos azúcares a menudo se agregan a los alimentos y bebidas procesados, cuyo consumo ha aumentado drásticamente desde la década de 1970 junto con la obesidad.
Un tercio de los niños y adolescentes estadounidenses, así como más de dos tercios de los adultos, son obesos o tienen sobrepeso. Aunque los diferentes tipos de azúcares contienen la misma cantidad de calorías, se metabolizan de manera diferente en el cuerpo. La sacarosa es mitad fructosa, mitad glucosa. El jarabe de maíz de alta fructosa es 55% de fructosa, 45% de glucosa. Los expertos en nutrición piensan que estos edulcorantes presentan riesgos especiales para la salud, pero no todos están convencidos de ello, especialmente en la industria alimentaria. Los médicos afirman que las personas consumen demasiada azúcar en todas sus formas.
Los científicos usaron escáneres fMRI para rastrear el flujo sanguíneo en el cerebro de 20 personas de peso normal antes y después de tomar bebidas que contenían glucosa o fructosa en dos sesiones, con semanas de diferencia. Beber glucosa apaga o suprime la actividad de áreas del cerebro que son críticas para la recompensa y el deseo de comer¹, afirma Robert Sherwin, endocrinólogo de la Universidad de Yale.
Los resultados de las imágenes reflejaron el hambre que sentían las personas, así como lo que estudios anteriores encontraron en animales. La fructosa es perjudicial para la ingesta de alimentos y el aumento de peso, en comparación con la glucosa². Los investigadores ahora están probando cómo las personas obesas reaccionan a la fructosa y la glucosa de la misma manera que las personas con peso normal.
Para limitar el daño, las personas deben cocinar más en casa y comer menos alimentos procesados que contengan fructosa y jarabe de maíz con alto contenido de fructosa. También se debe limitar el tamaño de las bebidas azucaradas y la frecuencia con que se consumen.
Referencias
- Page, K., et al., JAMA. 2013;309(1):63-70. doi:10.1001/jama.2012.116975
- Purnell, J., et al. , JAMA. 2013;309(1):85-86. doi:10.1001/jama.2012.190505
[a través de Business Insider]