Parte de la razón por la que es tan difícil dejar el hábito de comer azúcar es que, con el tiempo, nuestros cerebros se vuelven adictos a los opioides naturales que se activan con el consumo de azúcar. Al igual que las drogas clásicas de abuso como la cocaína, el alcohol y la nicotina, una dieta cargada de azúcar puede generar señales de recompensa excesivas en el cerebro que pueden anular el autocontrol y conducir a la adicción. El azúcar es adictivo.
Un estudio de Francia, presentado en la reunión anual de 2007 de la Society for Neuroscience, mostró que cuando a las ratas (que metabolizan el azúcar de forma muy similar a nosotros) se les dio a elegir entre agua endulzada con sacarina y cocaína intravenosa, el 94 por ciento eligió el agua con sacarina . Cuando el agua se endulzó con sacarosa (azúcar), se observó la misma preferencia:las ratas eligieron abrumadoramente el agua azucarada. Cuando a las ratas se les ofrecieron dosis más altas de cocaína, no se alteró su preferencia por la sacarina o el agua azucarada. Incluso las ratas adictas a la cocaína cambiaron a agua endulzada cuando se les dio la opción. En otras palabras, la dulzura intensa fue más gratificante para el cerebro que la cocaína.
La Asociación Estadounidense de Psiquiatría define la adicción para incluir tres etapas:atracones, abstinencia y ansia. Hasta hace poco, las ratas solo habían cumplido dos de los elementos de adicción, atracones y abstinencia. Pero experimentos recientes realizados por el científico de la Universidad de Princeton, el profesor Bart Hoebel y su equipo también mostraron ansias y recaídas. Al mostrar que el exceso de azúcar no solo condujo a los atracones y la abstinencia, sino también a los antojos de dulces, el componente crítico final de la adicción se puso en su lugar y completó la imagen del azúcar como una sustancia altamente adictiva.
En marcado contraste con esta evaluación clínica está el hecho de que, para la mayoría de nosotros, “algo dulce” es un símbolo de amor y cuidado. Cuando somos bebés, nuestro primer alimento es la lactosa o azúcar de la leche. Más tarde, los padres bien intencionados (incluido yo) recompensan a los niños con refrigerios azucarados, dándoles un "regalo", convirtiendo una sustancia bioquímicamente dañina en un alimento reconfortante. Nos condicionamos a necesitar algo dulce para sentirnos completos o satisfechos y continuamos automedicándonos con azúcar como adultos, usándolo para mejorar temporalmente nuestro estado de ánimo o energía. Pero como sabe cualquier adicto, una solución rápida pronto lo deja buscando otra:cada golpe de satisfacción momentánea tiene un precio a largo plazo.
La conclusión es que el azúcar funciona en las vías de adicción y recompensa en el cerebro de la misma manera que muchas drogas ilegales. Y, al igual que otras drogas, puede destruir su salud y provocar todo tipo de dolencias, incluidas enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, aumento de peso y envejecimiento prematuro. El azúcar es básicamente una droga recreativa, legal y socialmente aceptable, con consecuencias mortales, y como con cualquier adicción a las drogas, debe tener un plan flexible pero estructurado para vencerla.
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Como se publicó originalmente en el Huffington Post